EL TREN



                                         Imagen obtenida de Internet


Hoy voy al trabajo un poco más contento, por fin aunque un poco más tarde de lo que me pensaba, tres meses para ser más exactos, me puedo jubilar. Así que  hoy es mi último día.

Se me hace pesado este trajín de trenes diario, vivir fuera de la gran ciudad, sólo te da calidad de vida, eso que está tan de moda ahora, si no tienes que acudir a diario y sufrir su colapso de tráfico de personas.

Voy cargado con unas botellas de cava para poder obsequiar a los compañeros con un buen brindis,  en el que supongo será un acto de despedida con todos ellos, e incluso a lo mejor con los jefes incluidos, que a la hora de beber todo el mundo se apunta y más si es gratis.

El metro a esta hora está a rebosar, cada día es una odisea poder encontrar un asiento y a mí ya me flaquean las rodillas.

Pero hoy es mi día de suerte y una chica, supongo que muy mona por los ojos que tiene, lo único que muestra de su cara, me ha cedido su asiento.

Va con una mochila muy coloreada, de esas que yo les digo étnicas, que destaca sobre su negra indumentaria, enfundada como va en un vestido amplio y oscuro de pies a cabeza.

Se ha quedado de pie en medio de las puertas, mirándome con ojos asustados, eso me ha parecido, luego como todos se ha enfrascado a contemplar la pantalla del móvil.

He inmediatamente  a surgido un resplandor de su bolsa, el estruendo descomunal me ha dejado sordo, pero aún así me ha permitido escuchar los gritos desgarradores de los ocupantes de la plataforma  del vagón.

En mi regazo, ha caído su mano todavía agarrando el teléfono, aunque no he podido ver nada, tengo las órbitas reventadas.

Se ve que he tenido suerte y puedo contarlo, no paran de hacerme preguntas, pero no puedo ayudar mucho, de momento intentan sacarme los mil trozos de vidrio que las botellas han dejado en mi cuerpo.


No voy a brindar con los compañeros y dudo que lo vuelva a hacer nunca más.

Romper una lanza



                                     Imagen obtenida en Internet






Quiero hacer un homenaje personal a las personas creativas,  a quienes sin una razón, que mis limitadas entendederas puedan asimilar, son censuradas.

Cada vez estoy viendo más a menudo, páginas web o blogs, de gente estupenda, autores o más bien autoras, que por algo que se me escapa totalmente, son  clausuradas.

En tiempos de la libre información, del intercambio de  datos continuos, del florecimiento de pensamientos diversos, aparece como en una época pasada, oscura y aparentemente lejana, una corriente de represión de la libre opinión, o del disfrute mediante la escritura, de cualquier expresión del gozo de vivir.

Lo malo de ello es que parece aparentemente muy fácil, que las mentalidades obtusas, sean capaces de bloquear e impedir, la libre circulación de  los textos, fotografías, vídeos, o cualquier método de expresión que no cumpla con sus requisitos de asepsia total.

Procediendo por su parte, con la esterilización preventiva de cualquier nido de posible expansión de la libertad de expresión.

Retrotrayéndonos a épocas de oscurantismo total y absoluto, son gentes afines a lo absoluto, en cuanto a su capacidad de castración, deseosas del pensamiento único y dirigido.


Por ello en mi humildad, como pequeño artesano de la cosa de contar pequeñas historias cotidianas o cuentos de corto alcance, mediante la utilización de la palabra escrita, con mejores o peores resultados, deseo y me atrevo a lanzar un pequeño grito de protesta por el abuso desmesurado de la fuerza de poder bloquear una voz libre.  

DRAC



             Casa Batlló  (Foto obtenida en Internet)

Drac

El príncipe se adentró con resquemor en el espeso bosque, por donde seguía la senda que le llevaba a la ciudad donde esperaba solucionar su futuro.
En un pequeño claro, impidiéndole el paso, un inmenso dragón estaba leyendo un libro de caballerías.
Sin más se dirigió a él para romper el silencio incómodo.
  
-     ¡Hola! llevas tiempo aquí.
-     Son tantos de vuestros años que ya no recuerdo.
-     Entonces sí que llevas tiempo.
-     ¿Me dejarás pasar?
-     ¿Y por qué no? ¿Qué te lo impide?
-     Tú presencia me incomoda.
-     Serás tiquismiquis.
-     Es prudencia, no siempre te encuentras con un dragón al paso.
-     Ya estamos con las suspicacias discriminatorias.
-     Pues entonces prosigo en mi camino.
-     ¿Vas a la ciudad de Siempre Acertarás?
-     Si así es, hay fiestas y concursos y como premio al más apuesto y valiente, que soy yo, podré obtener la mano de la hija del rey, que es, si las habladurías son ciertas la más bella del lugar.
-     Y tú vas y te lo crees.
-     ¿Acaso no es cierto?
-     Cuanto te han cobrado por la inscripción.
-     Aún nada, pero creo que son doscientos talentos.
-     No está mal, nada mal.
-     Es todo lo que tengo, si no sale bien, tendré que irme de cruzadas.
-     Solución un tanto radical, ¿No crees? No has pensado en trabajar.
-     Soy un príncipe, no puedo Oh tengo fortuna o muero en el campo de batalla.
-     Todo un héroe si señor.
-     Tu no lo entiendes, solo eres un triste dragón de bosque con mal aliento.
-     Perdona el mal aliento es por culpa de la deficiente alimentación que me dan tus congéneres. Me tienen a régimen de cordero todo el día, ni una triste calabaza.
-     La cuestión es quejarse, bien que traen la comida.
-     Sí es verdad, pero ser el monstruo que aterroriza a los forasteros tiene que tener una recompensa.
-     Pues me da en la nariz que se han hartado de ti.
-     Serán capaces, estos desagradecidos y yo con estos ardores que me producen fuego en la boca.
-     No sé, déjame pasar y con tu fuego te lo comas.
-     Pasa, pero piensa que hay buena competencia. ¿Cómo te llamas?
-     Jorge, en casa Jordi, pero eso es muy largo de explicar.
-     Está bien cómo quieras, espero que te vaya bien.
-     Se me dan muy bien las artes marciales y soy capaz de cortar una cabeza de un solo tajo
-     Pensaba que era un rio y no una forma de corte.
-     Ya nos veremos Drac chistoso.
-     Aquí estaré, esperando la comida de esos amigos.
El príncipe cabalgó a lomos de su silencioso caballo, que a pesar de haber escuchado toda la conversación se mantuvo al margen de ella, ninguno de los dos le dirigió la palabra y el pudo descansar tranquilamente y comerse un poco de alfalfa.
Cuando llegó a la población justo a un día de camino, se la encontró toda engalanada con estandartes y lienzos inflamados por el viento, luciendo todos los colores del arco iris.
La gente se movía afanosa por las calles, donde había  puestos ofreciendo comida y vino para los muchos transeúntes y curiosos que iban llegando para ver los torneos.
Llegaron  hasta el mesón donde pidió alojamiento para ambos, se llevaron el caballo a las cuadras y a él, sólo le pudieron ofrecer un cuartucho en las golfas, donde dormía las criadas.
Todo le estaba bien, era su última oportunidad de rehacer su vida, tras la ruina de su familia por culpa de los excesos de su hermano, el heredero del trono.
En el pueblo constató que había cierta tristeza en el ambiente, pues a pesar de ser de fiestas, no era oro todo lo que relucía.
Las gentes miraban recelosas, no se fiaban de los forasteros y los soldados enseguida estaban encima de cualquiera que levantase sospechas.
Al príncipe le daba igual, el sólo quería ganar la prueba y con ella el derecho a ser escogido para la bella princesa.
Al día siguiente se levantó hecho polvo, por dolorido de dormir sobre un jergón de paja sobre el duro suelo de irregulares tablas de madera y por la suciedad que lo rebozaba todo, más el inmenso griterío de sus vecinas, aprovechando sus momentos de asueto para parlotear de todo a gritos y risas.
Una vez en la plaza, se persono ante la mesa de inscripciones, montada para nobles autorizados a llevar capa y espada. Allí le notificaron que para conseguir el premio mayor, tenía que competir con los restantes pretendientes a base de imponerse a un temible dragón que vivía en el bosque y que había acabado con la cabaña de reses y bovinos de la antes otrora población ganadera de Siempre Acertarás. Denominada así por sus innumerables dichos y sentencias.
Se apuntó raudo, pues el animal en sí, no le pareció excesivamente peligroso y si juicioso, llegaría a una entente con él y ganaría la prueba de calle.
Así que esperó su turno para salir a competir, mientras tomaba unas cervezas con sus competidores.
Así vio como iban regresando candidatos renqueantes, ensangrentados y sin ánimos para contar su desgracia, algunos incluso no volvieron.
Cuando le avisaron que era su turno, salió raudo sin ponerse armaduras ni el casco, pues estaba convencido que solo era cuestión de hablar con el monstruo y negociar una buena entente.
-     ¡Hola!
-     ¡Hola! Te estaba esperando. Vaya pandilla de inútiles que han enviado. ¿A qué viene esto?
-     Se ve que están muy molestos por haberles dejado sin reses.
-     Menuda pandilla de mentirosos, Se las ha vendido su jefe y no ha encontrado nada mejor que echarme las culpas a mí, que encima le vigilaba el reino
-     Pues ya ves, tenemos un problema, quieren prescindir de ti por la vía más expeditiva posible, o sea, anularte del todo.
-     Menudo estúpido y luego que hará, ¿Cómo justificará la salida de borregos de la ciudad?
-     A mí no me mires, yo sólo quiero ganarme un puesto fijo en la corte, con chica incluida.
-     Como todos.
-     Si, ya llevo mucho tiempo dando vueltas.
-     Pues tú dirás
-     Te derroto, te llevo prisionero al castillo y te busco un lugar para que te instales. Tendrás que distraer a los niños por eso, que lo sepas, nada es gratis y escoges tú el menú.
-     Me parece bien, pero entonces no me saldrá el fuego por la boca.
-     Mejor Así los niños no se asustaran.
Le pasó una cuerda por el cuello y se lo llevó hacia el pueblo, donde fue recibido como un héroe y obligado a casarse con  la apuesta princesa, una practicante de sumo que estuvo encantada de tener un dragón para practicar, el cual no pensaba lo mismo y prefería el griterío infantil bajando por el tobogán de su espalda.

-      




La Misión



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La Misión  (Tema principal)


Tras tanto tiempo detrás de ella, su deseo iba en aumento, no entendía como aquella asilvestrada podía tenerle en jaque, pero así era.

Le había llevado las más lindas flores, las que están lejos del claro del pueblo, las que están allá arriba, en lo alto de la cascada, las que para conseguirlas te obliga a meterte por la voraz selva, atento  a todo tipo de sabandijas.

Le llevó chucherías y abalorios robados a los mercaderes que transitan por el río, corriendo un alto riesgo por ello, pues eran gentes de muy mal cariz.

No lo entendía, le había convencido de casi todo, consiguió que dejara esos cultos ancestrales llenos de supercherías.

Que dejará de convivir en esa choza comuna, siendo la cuarta mujer del jefe. La poligamia era una aberración a los ojos de dios y un menoscabo para la mujer que se precie.

Esos asuntos Amira ya los tenía superados, e incluso se ocupaba de mantenerle la capilla limpia y le preparaba el vino y las formas.

Y también había entrado en su choza, siempre acompañada, para prepararle algo de comer y limpiarle el modesto habitáculo.

Por cierto levantando un polvo inmenso, con su escobón de cañas de bambú, que hacía imposible estar dentro en un buen rato.

Habían conversado a la orilla del río, mientras Amira le lavaba la ropa, sobre todo lo divino y de lo humano, bueno ella se limitaba a sonreír y a contestar con monosílabos, en función de la cara que el pusiera, si era seria o risueña; lo cual cada vez se le ponía más difícil, al ver que su barba se volvía más poblada y espesa.

Contemplando el paso del agua caudalosa pero tranquila, a los chicos correteando, entrando y saliendo del río, en función del comportamiento de los caimanes; a las piraguas de los que iban por pesca, Guzmán se preguntaba que había hecho mal para ser rechazado por la bella Amira y que no le otorgara sus favores, dicho en plan cursi romanticista, se sentía abrumado por no ser correspondido, lo cual estaba mermando su capacidad de dedicación en la tarea de evangelizar a toda aquella comunidad salvaje.

Entonces se dio cuenta que era víctima de sus propias palabras, había machacado a aquella gente por convivir según sus costumbres, con varios congéneres sin ningún vinculo matrimonial.

Manteniendo un comportamiento sexual a todas luces impropio, pues las parejas jóvenes se escondían por los cañaverales, a la que tenían edad de poder dar rienda suelta a sus apetencias.

Pero ellos consideraban que era bueno practicar para poder darlo todo cuando escogieran con quién convivir.

Eso si lo tenían, para tener hijos, fuera con una o con varías, era imprescindible hacer una choza, para ofrecérsela a la elegida, si ella quería claro.

Así que al pobre Guzmán, como buen misionero y para cumplir como tal, no le quedo otra alternativa, que construir una choza bien grande y soleada, para su deseada Amira, la reina de la danza de primavera.

Sarrià, Abril 2016


Música: La misión




La biblioteca


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Los libros permanecen silenciosos, bien puestos y ordenados en sus anaqueles de madera, protegidos del polvo y de las manos sudorosas e impías no autorizadas a manosearlos.

El sol que entra por el ventanal incide en uno de los lados de las estanterías reflejando sobre el cristal la primavera en que estamos.

Un silencio interrumpido en contadas ocasiones, nos remite a un lugar donde la palabra sólo está permitida gráficamente.

Me gustaría atraerte con un puñado de diamantes, a cual más brillante pero sólo tengo palabras, algunas sin brillo.

Pero es en este lugar donde espero poder crear para llegar todo lo lejos que la imaginación me impulse, Pensando, siempre pensando, en todos los que me han precedido en este sacrosanto lugar de recogimiento. No fuera caso que se me enfaden los ancestros literarios.

Cual viento que impulsa la nave, las letras se van dejando caer sobre la blanca hoja en la que no escribo, pero imagino contemplando la pantalla, para poder poner esas palabras que me llevaran hasta ti, único deseo al ponerme ante el teclado.

La historia creada para mí no tendrá importancia, pues solo es un vehículo para acercarme, pero para ti ha de ser vital y por tanto de necesaria lectura.

Podría, si es necesario, ser quien diera el paso de leerte mis frases, entonadas con brío y respetando las pausas, en oscura sala de luz marchita y mobiliario viejo o en suntuoso palacio de ricos ornamentos, mis palabras no entienden de riquezas ni suntuosidades.

A medida que el sol va entrando, la librería coge majestuosidad y los dorados grabados de los lomos, nos anuncian viejos tratados de historia, geografía, leyes, vidas de próceres, e incluso de algún santo.

Todavía no hay suficiente claridad, para ver si hay una tormenta amorosa, una vida disipada, un crimen sin castigo, o unas faldas al aire.

Incluso pensamientos pautados, de rígidas escuelas, que no aceptan dudas sobre su valoración como indispensables para el avance humano.

Viejos tratados de filosofía que ponen en duda todo en lo que creemos desde la infancia, con la inocencia puesta de quién cree en sus mayores.

Solo el sol y los viejos libros, dueños del lugar, cambian en sus posiciones, en función del paso del tiempo, de la vida.

Las paredes, los armarios, los estantes, las puertas acristaladas se mantienen incólumes contemplando ora el gastado suelo ajedrezado, ora el techo ricamente ornamentado.

Pero sigo buscando tu atención, no sé por qué motivo, pero me resulta vital tenerte atrapado entre mis palabras, por ello no acabo nunca lo que hago y sigo poniendo anzuelos para mi querido lector.  


LA EXPOSICIÓN

                                Fotos de la exposición hechas por el autor

La exposición

"Algunos creen que hacer arte con un juego de niños no es serio" Nathan Swaya.

Como uno es propenso a intentar vivir en plan culto y abierto a nuevos exponentes del arte, me he plantado en una exposición de un señor artista que realiza obras originales y copias de otros autores plásticos, volumétricos o clásicos; obras realizadas con los famosos ladrillos de Lego.




Buena parte de la presentación de la obra hace hincapié en la modalidad que escogió para expresarse artísticamente, pues indudablemente choca un poco y es propenso a ser tomado como el tipo curioso que hace cosas con palillos por ejemplo.




Y él se toma su obra, muy en serio y muy profesional, creo que lo es, todo el mundo puede hacer arte con lo que quiera si los demás vemos que eso que hace es arte y parece que en este caso así es.




Un señor que se hartó de  ejercer de abogado y se pasó a una distracción infantil como parte de su proyecto artístico y vital, pues vive profesionalmente de expandir su obra alrededor del mundo.




En la exposición hay una muestra destacada de sus obras, las más representativas, así como una muestra de los elementos que utiliza y filmaciones inspiradas en sus obras o que le han inspirado a él.





Hay algunas muy notables y de gran complejidad, dado el material que utiliza, siempre y en todas ellas, el famoso ladrillo encajables con los cuatro colores básicos.





Intentar decir que esto que vemos aquí es un arte menor, por no estar hecho con un monolito de mármol de Carrara, o pintado sobre un lienzo con las coloraciones al oleo, es un debate ciertamente estéril.





La cuestión es ir, observar, admirar y dejarse llevar por las sugerencias que nos proponen sus formas, evidentemente el hecho de ser de plástico parece darle un aire de precariedad o caducidad, pero es una falsa imagen.






LA ASAMBLEA



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La asamblea

Toca presentación del presupuesto anual para la entidad por parte de la junta gobernante, no hay mucha expectación la verdad, pues apenas están presentes un dos por ciento de los socios, hablando en plan optimista de la representatividad de los ahí presentes.

El secretario toma la palabra para indicarnos el orden del día y como va a desarrollarse la presentación del acto, el orden de intervención de los miembros de la junta presentes en la mesa, presidente, vicepresidenta, responsable de la biblioteca…

Tras él toma la palabra el presidente para comentar como ha ido el año anterior, como se presenta el venidero en el cual ya estamos inmersos y las acciones de futuro previstas.

La vice, encantada de haberse conocido, nos viene a decir que sin su aportación nada de aquello, lo bueno, hubiera podido suceder, todo dicho en otras palabras por supuesto.

El responsable de la biblioteca, no conoce muy bien su funcionamiento, por lo que nos muestran algunos socios quejosos con su funcionalidad. Pero es que hay gente que se queja por cualquier cosa, a lo mejor para hacerse notar.

Como estoy ahí por curiosidad, para saber cómo se desarrolla un acto de estos, me lo tomo todo en plan visión de un espectáculo acto I.

Cuando llevan poco rato de charla endogámica, para eso es una junta dando justificación a sus números y forma de actuar, aparece el presidente de la junta anterior a quién han dedicado el nombre de la sala en la que nos hallamos, lo traen entre el peruano de rigor que arrastra la silla y una dama que está atenta a todo lo que le concierne.

Lo ponen a mi lado, pues estoy en la primera fila, justo donde hay un buen espacio para dejarlo aparcado.

Nadie hace ningún comentario, aunque se masca en el ambiente la llegada de un peso pesado de la entidad, que en su senectud aun mantiene la mirada altiva del que no está ni mucho menos derrotado por el tiempo.

El señor de los números, sigue desarrollando, tras la  arrolladora verborrea de la vice, el estado económico de la entidad y de las posibilidades de cara al futuro. Como buen tesorero, su perfil humano es de carácter  bajo, sin querer con ello menospreciarle en absoluto, sino indicativo de persona gris con pocas aptitudes para conseguir empatías hacia su persona o actos personales.

Está claro que no se les pide muchas justificaciones y casi todo el mundo está de acuerdo en cómo funciona la entidad y el control sobre sus gastos, aunque algún socio pide la palabra por alguna nimiedad que no nos lleva sino a alargar el tiempo dedicado al acto.

Es como el tipo que no ve justificado que de un diario hayan dos unidades y de otro solo una, aunque como bien le expliquen del primero con una suscripción por atención les envían más. La cuestión es quejarse porque los suyos están en minoría.

Hay un socio, que hace juego con el color de las paredes, supongo que ya estaba allí cuando las pintaron, que se empeña en hacer una pregunta aunque no venga a cuento en aquel momento, pero le responden educadamente, pues lo conocen y tratan por el nombre, sin el haberse presentado, ni falta que hace parece mostrar como veterano de la casa y encima se dirige en el idioma invasor.

El tipo de los números sigue con su perorata y hay momentos que me hace pensar, dios me libre de decirlo, sólo pensar que lleva más de un gin-tonic en su body. Pero eso son solo cosas de gente con el alma fácilmente escandalizable como la mía, seguro.

Una cosa está clara y es que se depende de las subvenciones para la subsistencia en el actual formato, puesto que los números se mantienen gracias a una póliza de crédito que hace de puente entre los momentos de penuria y los de normalidad económica. Curiosamente una de las subvenciones indispensables es de la entidad bancaria que suscribe dicha póliza.

Así las cosas, tras la cabezadita gracias al tipo de los números, se anima la sesión con los que no están del todo de acuerdo en cómo se explica o aplica tal o cual cantidad.
Dado que el local en el que estamos es de una antigüedad notable, siendo  de propiedad  los gastos de mantenimiento y conservación son notables, con lo cual se piden una explicaciones y  en ello se pierden unos buenos minutos.

De tanto en tanto, por alusiones interviene personal colaborador en la junta pero que estando en la sala no están en la mesa presidencial. Son cosas puntuales sobre gastos de limpieza, mantenimiento, seguridad, sistema de actualización moderna del préstamo etc. etc.

Los hay que son más incisivos pero las respuestas son todas cordiales y buscando el máximo respeto hacia el asociado que formaliza la consulta.

Aunque alguna consulta o queja sea de carácter más ideológico en cuanto a la forma de escoger los temas a desarrollar por las diferentes comisiones o talleres, la mesa se defiende atendiendo a la enorme pluralidad de la entidad.

Tras la votación a mano alzada, los presupuestos quedan aprobados por unanimidad absoluta, solo hay una mano discordante, para decir que se abstiene, por falta de información detallada, con las sonrisas de los demás asistentes, se cierra la sesión.