PERFUME MUY PERSONAL IV






 Opium Parte IV

Ceferino cerró la vieja puerta de madera maciza, meneando con la cabeza y con la sonrisa escéptica en el rostro.

Por suerte para él, los forasteros todavía creían que podía conseguir imposibles, gracias a sus contactos, establecidos en los años de la dictadura, que en ese pequeño país montañoso le había provocado grandes beneficios.

Tenía un conocido, que compraba excedentes y stock obsoletos, y los suministraba a vendedores ambulantes, los que van por las ferias. Seguro que o podía tenerlo, o incluso le facilitaría como conseguirlo.

Mientras regresaban hacia el hotel, Masmiquel no pudo dejar de comentar, por qué confiaba tanto en el viejo Ceferino, dado la desconfianza que apreciaba en su vieja amiga Marta.

La cual se limitaba a contemplar el paisaje, que la brillante luna permitía apreciar, con su generosa luz, dándoles vueltas al deseo del viejo.

Ante su petición desconcertante como honorarios, ella se limito e prometer que contase con ello, hubiese preferido, evidentemente pagarle una cantidad en efectivo, pero se quedó tan descolocada, que asintió sin rechistar.

Se limito a reconocer, que lo único que le importaba era conseguir su perfume, y si el viejo se lo conseguía, pues estupendo.

No quiso aceptar ninguna invitación para alargar la velada, con la excusa de tomar un café o una copa tardía.

Masmiquel se limitó a desearle buenas noches y a retirarse con la dignidad del caballero que acepta no formar parte del círculo íntimo de una amiga, por muy unidos que hubiesen estado en un pasado.

Ya en la habitación, se limitó a echar un vistazo a su móvil, para ver todos los mensajes recibidos del despacho, y las citas que tenía para el lunes, lo cual  le obligaba a regresar al día siguiente por la tarde sin falta.

De camino al chalet, en el que habitaba de forma sumamente discreta, pensaba en las circunstancias, que hacen que la vida sea siempre sorpresiva.

Su relación con Marta era cíclica, compañeros de carrera, sin mucha conexión, por ambientes sociales dispares e intereses políticos divergentes.

Un encuentro intimo, en un viaje en grupo a los Alpes  a esquiar, en el que el mal tiempo propició una estancia más prolongada en el apartamento. 

Tras diez años sin saber nada el uno del otro, aquel encuentro en el despacho, en unas negociaciones muy tensas y con muchos nervios, que al finalizar con éxito, propiciaron, una celebración con champagne y revolcón posterior.

Luego, otra vez el silencio, sabía que ella estaba casada con un galerista, bastante mayor que ella, que le permitía sus aventuras. Pero no hizo nada por reencontrarla, aunque ciertamente le gustaba, pero también tenía claro que solo fue un entretenimiento para ella.

Marta, tenía ese punto que le impedía intimar, consideraba que implicaba una cesión de su libertad y un acceso a sus interioridades, que no estaba dispuesta a compartir con nadie, Augusto era diferente, siempre estaba con sus cosas y le dejaba actuar a su aire, pocas veces reclamaba su compañía, para cosas que no fueran actos de representatividad social, pensándolo bien, nunca había entendido para que se hacía llamar Paco, pero era otra de sus rarezas, como cogerle su ropa y probársela a escondidas.

Masmiquel, todo el mundo lo conocía por el apellido, aunque era Pere para algunos amigos de juventud, no podía de dejar de pensar, más bien desear, en Marta.

Seguía estando muy atractiva, sabía cuidarse y siempre vestía con conjuntos que la realzaban, tenía clase, eso era evidente.

Cuando la conoció en la facultad, el estaba muy implicado con el Psuc y ella era una pija redomada, hija de una conocida familia, que regentaba uno de los bufetes más prestigiosos de la ciudad.

Así que no tuvieron ninguna relación, aparte del encuentro alpino, luego el fue derivando a posiciones políticas mejor remuneradas y con menos competencia.

La verdad es que no se arrepentía de nada, dejó plantada a su pareja, cuando ella, una concienciada maestra de la escuela pública, le empezó a recriminar su tibio comportamiento, en cuestiones fundamentales para ella, socialmente hablando claro.

Por suerte, él lo consideraba así, no había hijos por en medio, así que se limitaron a decirse adiós, ella se quedo con el piso y él con el chalet.  

Ahora estaba pendiente de un juicio que con un poco de suerte le pillaría demasiado mayor para recordar nada y tener que dar demasiadas explicaciones.

La vida tiene estas cosas, te cruzas con las personas, con algunas acabas formando algún tipo de relación y con otras, sólo entran y salen del círculo, el tuyo o el de ellas.

Le hizo gracia la petición del “Espatec”, eso quería decir, que la cosa la tenía en el bote, pidió únicamente que Marta lo llevara de pareja a una sesión en el Liceo, a poder ser una representación de Turandot.

En el fondo le recordó su época más gamberra.





PERFUME MUY PERSONAL III











Opium (Parte III)

Tras una cena frugal, unas truchas salteadas con almendras laminadas perfumadas al hinojo, en la que estuvieron poniéndose al corriente de sus cotilleos personales, junto con los de las gentes de su entorno social.

Salieron en busca del viejo “Espetec”, que vivía en la zona fronteriza; en el trayecto apenas hablaron, como si ya estuviera todo dicho y la verdad es que a ella, aún sin importarle mucho sus actividades corruptas, algo le hacía sentirse incómoda.

Llegaron ante  un caserón que amenazaba ruina por todas partes, se veía claro que al dueño le importaba poco su estado, o que que no tenía dinero para su mantenimiento.
Los dos hombres se abrazaron al verse, como viejos colegas sin verse en años, pero unidos por más de una batalla compartida.

Cuando la presentó, Marta se sintió incomoda al momento, el viejo olía a vino y otras cosas, propias de la falta de higiene y la vida encerrado ante una chimenea humeante.
Por suerte, él se limito a tenderle la mano, cualquier otro contacto físico, como besarse las mejillas le hubiera representado un mal trago difícil de soportar.

Cuando le explicaron porque estaban allí, Ceferino se puso a reír y a darse palmadas en las rodillas, hasta que le dio un ataque de tos que tuvo que calmar con trago directo de una botella de contenido desconocido.

Masmiquel aprovechó para darle también un trago a la botella, pero sin toser y Marta se quedo mirándolo fijamente y diciendo que para ella era un tema importante y estaba dispuesta a pagar bien por obtener dicho perfume.

Pues no se hable más, yo le consigo el artículo y Ud. me hace una invitación muy personal, es algo que siempre he querido hacer y nunca he sabido como hacerlo.

Salió de la vieja masía, con la sensación confusa de no haber obtenido nada concreto y sin saber siquiera si había valido la pena desplazarse hasta allí.

Cuando Masmiquel la vio tan desazonada, le dio una palmadita y le dijo.

-         Este hombre no falla nunca, si ha dicho que te lo conseguirá, dalo por hecho.
-         Pero, parece de broma, de novela barata, vengo, pido algo y se ríe y  me dice que bueno vale.
-         Sí, parece raro, pero es así, tenía que verte, sino no hace el encargo, es un tipo curioso pero legal.
-         Vale lo que tú digas, llévame al hotel porfa.
-         Lo que la Sra. mande.
-         ¿Cuánto puede tardar en obtenerlo?
-         Un día, una semana, no se sabe, nunca se sabe, pero te lo conseguirá, de lo contrario te lo hubiera dicho.
-         Vale, el domingo me vuelvo para casa y si no me lo ha dado, ya me avisarás.
-         ¡Hecho!

Descendieron por el camino pedregoso, levantando una nube de polvo, que hizo toser a un viejo zorro que había salido a saludar a las gallinas de una masía.




PERFUME MUY PERSONAL II



Opium (Parte II)

Subía decidida por la carretera, a primera hora de la mañana, aún no estaban todos los aficionados al  esquí, llevaba puestas unas gotas de su esencia vital y con nerviosismo a cuestas, a la búsqueda de su perfume, como si fuera la del santo grial.

Llegó a unos famosos almacenes que tenían de todo y que muy amablemente  la desviaron a una casa especializada, más acorde a sus necesidades.

Ahí le dijeron que lo más seguro era buscar en centros pequeños que aún les quedara alguna partida antigua por vender.

Ella comentó lo de un viejo, dedicado en tiempos al contrabando, pero la respuesta obtenida fue de oídos sordos a tamaña propuesta, estaba claro que les molestaba cualquier referencia a ciertas actividades,  que pudieran menospreciar la legalidad del pequeño país.

Así pues se dispuso a patearse todos los rincones, donde se pudiera comprar colonias, fragancias y perfumes. Y de paso preguntar por el abuelo contrabandista.

Evidentemente en todas partes le intentaban colar la colonia actual, como la más novedosa y segura, totalmente irrechazable por el olfato masculino, que caería rendido a sus encantos, solo con olfatear un momento tamaña fragancia.

Y en todas las referencias al viejo contrabandista, le sonreían con educación, diciéndole que eran cosas de épocas muy pretéritas, ningún anciano tenía en secreto, guardado un alijo de botellas de perfume.

La cosa se le iba poniendo cada vez más complicada, se reducía el campo de búsqueda y las posibilidades  de triunfar se reducían.

Hasta que, en un viejo comercio, con estanterías atestadas de todo tipo de objetos inútiles, actuales y antiguos, una vieja desdentada, con una mirada sonriente, de quién se lo había pasado en grande y no se arrepentía, le susurro:
“Regarde le vieux Ceferin, aux L’Escaldes”
Se lo agradeció comprando una botella de colonia para su querido Alejandro, que era incapaz de ponerse algo sugerente.

Salió con toda presteza hacia el pueblo indicado, sin pararse a comer, que hubiera sido lo adecuado, dada la hora del mediodía en la que estaba.

En esto se encontró con un antiguo cliente y compañero de carrera, ya no lo era, pues tuvo que dejar todas sus actividades conocidas, al ser descubierto, un pequeño asunto de desvío de fondos, procedentes de las subvenciones de la CC.EE.

En realidad fue él, quien la reconoció, iba a salir de una tienda, de esas que tienen de todo, cuando se apartó para dejarla entrar, sin reparar mucho en ella, hasta que el aroma que desprendía le situó en tiempos pasados, un despacho de mullida moqueta, sofá extra grande, champagne a su justa temperatura, y cierre de acuerdo con una firma un tanto peculiar, entre ellos dos.
Nada comprometido, solo una relación adulta, consentida y disfrutada por los dos, sin solución de continuidad, pero la fragancia si le quedó, fijada en el subconsciente.

-         ¡Marta!
-         ¡Hola! Masmiquel
Se abrazaron y besaron como viejos conocidos, contentos de reencontrarse.

-Tiempo sin verte
-         Bueno ya sabes cómo acabo todo, por suerte tenía unos ahorrillos aquí y        puedo ir tirando.
-         Hicimos todo lo que pudimos, pero perdiste la bula, ya sabes.
-         Si lo sé, pague el pato, por novato, pero no me fue mal, pude salirme con      un buen acuerdo.
-         Y tú, ¿De trabajo o de finde?
-         Nada, de búsqueda y captura, un capricho.
-         ¡Ah!
-         Si chico, no hay forma de encontrar mi perfume en Barcelona y me                dijeron que quizás aquí podría encontrar ayuda.
-         Me sigues embriagando con tu perfume.
-         No seas tonto, aquello pasó y acabó, bien lo sabes.
-         Sí, pero el perfume me sigue despertando los sentidos, jajaja!!!
-         En serio, ¿Tú has oído hablar de un viejo contrabandista, que podría              ayudarme en este tema? Creo que me han dicho que se llama Ceferino.
-         ¡Claro! El “Espetec”, puedo intentar contactar con él, no hace muchos          años me hizo un trabajillo.
-         ¡Bien!
-         ¿Dónde te alojas?
-         No tengo nada, vine al albur, casi que me vaya al Roc.
-         Bien, pasaré a recogerte a la hora de cenar, a ver si ya tengo algo para ti.
-         Ok, gracias, nos vemos.

Se sintió más reconfortada, era la única noticia buena de todo el día, además era un tipo muy divertido, un poco golfo, se sacó la carrera con los apuntes que le iban dejando.

La noche se presentaba bien, se fue hacia el hotel, con ganas de meterse en el jacuzzi y relajarse a tope.


PERFUME MUY PERSONAL



Opium ( parte I )





Era una señora de una edad indeterminada, que es lo que se pone cuando tienden  a ser mayores, pero conservan el aplomo, la presencia y la prestancia, que no las hace invisibles.
Últimamente se sentía inquieta, es lo que pasa cuando, con una vida ordenada, con pocas o ninguna sorpresa,  casa impoluta, marido domesticado, hijos convenientemente educados, haciendo de becarios en países desarrollados, aparece  repente una nota discordante y nos dice que algo no está en su sitio.
Son detalles, que solo una persona preparada puede notar, esos abrazos de su cónyuge al despedirse para ir al trabajo y que ahora duraban unos segundos menos.
En el bufete no esperaba maravillas, dado el ajetreo diario y la multitud femenina que se juntaba, no se notaría una diferencia.
Pero  cuando Jerónimo, su mascota, un esplendido y esbelto cocker spaniel, un poco zumbado e imprevisible, como se espera de él, empezó a rehusar sus caricias, es que algo en ella no estaba bien.
Luego  su amante,  Alejandro algo más joven que ella, no mucho, no se vayan a pensar que era un caprichito momentáneo, era una relación estable, que se remontaba a cuando se interesó por la ópera y se saco un abono anual, y de eso  hacía…unos cuantos años, también se mostraba reacio a sus arrumacos.
Entonces se dio cuenta que tenía algo que averiguar, dar con la causa de ese desafecto general, que estaba minando su excelente autoestima.
Se fue al salón de belleza, para explicar que consideraba llegado el momento de plantearse  un cambio de imagen, después de hablar con la encargada, se quedó en su sillón y allí mismo la chica que le hacia la manicura, se lo soltó.
-      No usa el perfume de siempre, este es más ácido y no le sienta bien.
-      Pues muchas gracias, pero estoy usando el mismo desde hace muchos años y le sigo siendo fiel.
-      Pues algo hay diferente, no huele Ud. Igual, se lo aseguro.
-      Uso Opium
-      Si, lo sé, pero han cambiado la fragancia, el nuevo es diferente.
¿Quieres decir? No lo noto
-      Mírelo bien.
-      ¡Gracias! Lo haré.
Al salir, sin traicionar su look, no podía faltarse a sí misma, se dirigió a una perfumería, para averiguar, que había de cierto en la información facilitada por la chica.
En el establecimiento, le comentaron que no tenían ninguna información de que el cambio de envase,  hubiera implicado uno en la formulación del producto. Pidió unas muestras, que gentilmente le facilitaron, para poder cotejarla con la que tenía en su casa, también le dieron papeles para fijar la suya y así se fue tranquilamente para su casa.
Cuando llego a su casa, impregno un papel con el suyo, los noto igual, se lo hizo oler a Jerónimo, que se escabullo hacia la cocina.
Probó poniéndoselo en la muñeca, variaba un poco, pero en esencia, lo notaba todo igual, se fue a buscar en el estudio de su marido, tenía la manía de coleccionarlo todo, con muchas estanterías de casilleros con múltiples chorradas, una de ellas eran botellitas de perfumes, encontró una de las antiguas y ¡Oh cielos!, ese si era su perfume.
Jerónimo le movió la cola,  Paco su marido coleccionista, la abrazó con entusiasmo sin preguntar que había para cenar y Alejandro… no estaba  para poder comparar, tendría que esperar al viernes.
Nada más levantarse por la mañana, tras su zumo de naranja, tostadas con mermelada de frambuesa y café, salió zumbando hacia la perfumería. Hay cosas que no pueden esperar.
Se presentó, solicitando muestra en mano, ese perfume, en ese envase, en el tamaño que tuvieran, sin importar precio.
Cuando le comunicaron, que ya no se fabricaba, no había en ningún mayorista, que estaba agotado en el mercado, desde hacía, ni se sabe los años, le entró el pánico.
Empezó a sentirse desolada y triste, la vejez a la vuelta de la esquina, sin atractivo para nadie, esperando que quizás unos futuros nietos, cosa harto improbable dado el nulo interés de los hijos por el tema, le hicieran algo de caso, si la merienda estaba a la altura.
No podía ser, se dirigió al despacho, con la cara demacrada, el ceño fruncido y la pasión vengativa en los ojos.
Solicito a Encarna, la recepcionista, que no le pasara llamadas, ante la cara de pasmo de esta, le comento que no se encontraba muy bien y mejor le trajera paracetamol de un gramo, a ser posible.
Encerrada en las cómodas y tapizadas paredes de su despacho, con las cortinas corridas tamizando  los primeros rayos del sol matutino, se sentó ante el ordenador e inicio su búsqueda, la búsqueda de la verdad sobre el perfume perdido.
Tras rechazar varias búsquedas, que sólo le llevaban a ofertas o variantes del original, encontró un anuncio explicitando sus características.
Opium
Opium, una puerta abierta a un mundo imaginario. Erase una vez Opium. Más allá del perfume, una estela opulenta, fascinante, inimitable. Un billete de ida a un universo simbólico y enigmático. Un viaje onírico a confines de ensueño repletos de encantos insospechados. La experiencia de una vida en su máxima expresión.
Combina armoniosamente notas que en apariencia parecían oponerse: un ramo especiado floral, una nota fresca muy singular y una base cálida. Tras las notas de Mandarina, Bergamota y Muguete, se revela un corazón de Jazmín, Clavel y Mirra. A continuación, los aromas profundos de Vainilla, Ámbar, Opopónaco y pachulí se funden en la piel dejando una estela turbadora. La armonía oriental especiada nace con una extrema sensualidad.
 
- Tipo de producto: Eau de Toilette 
- Tipo de presentación: Vaporizador 
- Género: Femenino 
- Nota principal: Floral 


Tras vez la cadena de comentarios de todo tipo, que suelen dejar los internautas, observó uno de alguien con un problema parecido al suyo y que comentaba haber oído hablar de la posibilidad, de que hubiera algún envase antiguo en un pequeño país pirenaico.

Como estaba a menos de cuatro horas en coche, pensó en ir el viernes siguiente, estaba dispuesta a sacrificar su sesión de ópera y posterior recreo en el hotel con su querido Alejandro.

Así pues, decidió pasar los dos días que faltaban, prescindiendo de su falso perfume y no poniéndose fragancia alguna, lo cual no alteró demasiado su convivencia familiar, todo volvió a su rutina, reservando las gotas de la muestra para alguna ocasión especial o desesperada.




CARTA A LOS REYES MAGOS






Carta a los Reyes

Estaban a punto de llegar a su destino, el viaje había sido largo y pesado.

Los años no pasaban en balde, y ellos llevaban muchos encima.
Pero cada año lo iniciaban con la misma ilusión, que el primero, cuando se juntaron para seguir la estela de una estrella misteriosa.

Mientras Melchor hacia los cálculos de navegación, para no perderse, cada año se encontraban con cambios y obras en las calles.

Gaspar clasificaba las peticiones traídas por los pajes, era un tema difícil y delicado, que requería mucha atención.

Baltasar, ya se sabe que  a los negros les tocan los trabajos más duros, organizaba la logística para poder entregar todo, a su debido tiempo, correctamente.

De tanto en tanto, cuando una carta era muy especial, o la solicitud excedía sus posibilidades, hacían un alto en sus tareas, para comentarla y darle una solución adecuada a la petición.

Por eso una misiva, en papel rayado, escrita con letra de redondilla, les sorprendió por la simpleza de lo que pedía, aunque de una complejidad notable.

Queridos Reyes Magos.
¡Hola!
Este año, no hay ninguna trastada que contar, pero no quiero juguetes.
Cómo mi mami nos dejó este verano, por culpa de una enfermedad muy mala, y papi dice qué está en el cielo.
Os pido por favor, que le consigáis una nube confortable, que no esté demasiado húmeda, para que no coja frío, y así sentada como en un sillón, nos pueda ver y saber de nosotros. Como si fuéramos un programa de esos que dan por la tele.


¡Muchas gracias!