Visiones en puntillas

Foto obtenida de Internet


Sintió la imperiosa necesidad de seguirla con la mirada, sería por su ondulada melena rubia, acariciada por el viento, que protegió con un hermoso pañuelo de seda.
 
O quizás por ese contoneo de caderas al caminar, que no necesitaba música para captar toda su atención. y la del resto de personal masculino que hubiera a su alrededor.

También por esa mirada deslumbrante, con sus enormes ojos azules, que provocaban una perturbación en el habla de sus contertulios, qué sólo emitían sonidos guturales sin sentido.

Cuando se planto frente a mi, con una medio sonrisa interrogante, y sin poder contener su mirada, me quede con la vista fija al frente, donde un escote generoso para la época y el lugar, acapara toda mi atención.

Una ola de calor bermellón se apodero de mi blanca palidez, cambiando las sensaciones en las raíces de mi cabellera, despeinada por sus caricias.

Me plantó un beso sonoro en toda mi frente, quedando registrado por el rojo carmín de su pintalabios  para sonrojo de mi persona y agravio de mis compañeros.

Pero a pesar de ello, pasaría a ser motivo de befa, mofa y escarnio en la próxima hora de recreo en el patio, pura envidia.

Por no decir la atención que se le prestaba a su llegada, sobre todo en verano, amontonados todos a la puerta del vestidor, donde se quitaba el vestido , llevando solamente la bata, con lo que las posibilidades de ofrecernos buenas vistas eran mayores.

De ahí, la alta cotización de los asientos en primera fila, sujetos a transacciones muy jugosas y rentables, de los cromos con los jugadores favoritos de nuestro club de referencia.

Monasterio de Pedralbes

                                          Entrada principal, acceso a la iglesia. (Foto del autor)

Cuando te encuentras ante un monumento de estas características, independientemente de saber su fecha de construcción, ( fue fundado en el 1326 por la reina Elisenda de Montcada), de que pertenece al gótico catalán, ( es una obra atribuida a Bernat de Riquer ), quieres saber qué motivo a unos hombres a realizar tan bello edificio,  te emocionas por ver una obra hecha pensando en un ser superior, al cual quieren unos pocos rendir culto, con unas reglas determinadas y nada acomodaticias. 


Las voces del coro ascienden por encima de los rezos de los fieles, acompañadas por el aroma del incienso, que un diácono cumplidor ventea entre los concelebrantes. Al estar delante de los vitrales, las volutas de humo encadenadas con las voces, nos presentan una plegaría de paz.


Observando disimuladamente, como turista respetuoso, en un entorno que desconoce, veo como un monje se frota los ojos  con ademán pausado, contemplando con su cansada vista, el claustro donde se refugia a meditar, tras largas horas ante el ordenador, como sus antecesores hicieron ante el pupitre, estudiando y copiando documentos, recuperando la historia de unas órdenes y unos monasterios, en la que muchos fueron victimas de la sinrazón , de una época triste de recordar.


 

CAMINO

                                                    Camino en Lluçanes ( Catalunya) Foto del autor


Con el transitar de los pasos de nuestros antepasados, hollando la tierra hasta hacerla agradable a nuestros andares, se han formado las sendas por donde nos desplazamos en el transcurso de nuestra existencia.

Flanqueado por los arboles como guardianes protectores, brindándonos con su sombra el frescor necesario para que nuestros desplazamientos, se produzcan de una forma agradable.

Dejandonos llevar por la beatitud del paisaje, contemplamos con ánimo, el transitar por él, en busca de nuestro destino desconocido.

Imperturbables ante la meta, la satisfacción producida por el aprendizaje en el transcurso del recorrido, nos llena de sabiduría compartida con los viandantes.

Ilusionados por el desplazamiento, no nos paramos a pensar en el retorno del viaje, ni sí se producirá por este camino, por otro, o por ninguno.

El camino nos invita al viaje, ese ir a lo desconocido que nos atrae, nos subyuga por lo que tiene de novedoso, de saber que podemos dejar atrás lo malo conocido y olvidarnos del refrán.

La guía culta


                                                Imagen obtenida de Internet




El borrador del libro llevaba tiempo en manos del editor, tanto que ya tenía un aspecto de manuscrito antiguo, encontrado en un desván, por un sobrino admirador de sus antepasados, que creía en el grial.

Con tanta cosa por leer, no se decidía con este, el cual al final se quedo en casa sobre la mesita de noche en compañía de otros muchos, en precario equilibrio.

Miraban de no caer, pues el resultado de la acción era ser barridos y acabar en el cubo de la basura, azul por supuesto, en esa casa se reciclaba.

Saludo sin entusiasmo, a sus compañeros de mesita, al fin de al cabo, eran competidores para hacerse un hueco en el mundo editorial, se mantenían las formas pero nada más.

Se fijo en una guía de viajes, parecía mona y simpática, con muchas fotos y citas de buenos restaurantes.

Ella no le prestó mucha atención, tenía aspecto de tocho pesado, de lenta y fatigosa lectura, digestión pesada.

Era consciente de ello, si le hubieran puesto una tapas coloreadas, unos dibujos, tendría más gancho, pero sólo era un borrador, de un escritor nobel, que había puesto todas sus palabras en él.

La contempló una vez más, le hacía gracia su portada, incitando a descubrir paisajes lejanos, donde todo era mucho más bonito.

Se imaginó a la espiral que unía sus páginas, bailando una samba contoneándose, y sonrió para sí mismo.

Esto intrigó a la guía, e hizo que se fijara en aquel mamotreto de hojas apiladas, capaz de sonreír, a saber por qué.

Le dejo caer una palabra de bienvenida, como quién no quiere la cosa, para ver como respondía, ya se habían saludado protocolariamente cuando llegó, pero fueron todos al unísono, y no contaba.

El no presto atención, veía como el ser del cual dependía su futuro, se quitaba las gafas, señal inequívoca, de una vez más, se quedaba sin ser leído.

Justo antes de que apagara la luz, se percató de la caricia de una palabra nueva en su título, eso le reconfortó para pasar una noche en la incertidumbre.



Gaudi / Palau Güell


Fachada. (fotos del autor)

El Palau Güell, recientemente restaurado ampliamente, está abierto al público, para poder ser  visitado casi en su totalidad.

A veces es bueno hacer el turista en tu propia ciudad, y disfrutar en un día de asueto, de los edificios emblemáticos de la misma.



Con la cámara en ristre, y la cara de visitante accidental, nos adentramos en este noble edificio, de aspecto serio y formal que esconde una belleza arquitectónica interior que su fachada no refleja.


Es un edificio recuperado para su visita por el publico, después de una azarosa vida en poder de diversos departamentos de carácter oficial, a cual más pernicioso para su estructura y decoración interna, tras ser utilizado poco tiempo para su destino primigenio, vivienda particular de la familia Gúell.



Con un chisme colgado del cuello, dotado de unos auriculares, te van informando de todos los detalles del palacio, mientras recorres sus estancias, por todo el edificio, desde el sótano donde se ubicaban las caballerizas hasta las golfas, sede del servicio. Pasando por las dependencias donde se vivía, se pernoctaba, se recibía, se celebraban festejos, o se despachaban asuntos pecuniarios.

Tiene un algo de castillo medieval, con una sala de visitas, donde estas pueden ser observadas mientras esperan ser recibidas. O una capilla retirada dentro de una especie de estancia armario, para celebraciones
 religiosas, pero que convenientemente recogida, sirve para otras de índole más mundano.



Es una interesante muestra de una vivienda unifamiliar, de una época ya pasada, en la que el mecenas de Gaudi, le dio las pautas de su futura carrera arquitectónica.

Las charlas de ambos personajes, entre estas bellas paredes, debían de tener un carácter insólito, por lo mucho que ambos estaban despegados de las normas al uso, en su entorno social.

Santo Domingo

El día de Santo Domingo, fiesta mayor en Argentona, se celebra la "Fira Internacional de cerámina i terrissa", con una gran muestra ofrecida por participantes venidos de múltiples poblaciones.
Cada edición se presenta una pieza como representación. Con la elección de un botijo, para rememorar el año. Del que se hacen una producción presentada a la venta, durante la feria.
En está ocasión, ha sido elegido, el cantir de pescador o de barca, de las Balears.


Calle de Argentona, con muestras. (foto del autor).

Las calles del centro, es una serpiente sin fin de tenderetes de todo tipo, conteniendo una exposición de trabajos en cerámica y barro, venidos de distintos poblaciones y países.
Puedes comprar una inmensa variedad de artículos artesanos, a cual más interesante. Se unen a la fiesta los diversos expositores de otras artesanía,, como la cestería, pintura o confección.
Sin olvidarnos de productos alimenticios de todo tipo y variedad, chacinería, huerta, quesos, frutos secos, miel, etc,etc.
Ascendiendo por sus calles, pasando por la que fue casa del maestro Puig y Cadafalch, en estado de preocupante dejadez. ( Parece que la actual propietaria y el Ayuntamiento, han establecido un acuerdo).
Llegamos a la plaza de la iglesia, donde se halla el museo del cantir, donde están todas las variedades, que se usaron en nuestra piel de toro, incluyendo las más decorativas y ornamentales del levante.



Artesanía castellana hecha con barro. (foto autor).

COPAGO






Cliente-Buenos días,
Farmacéutica-Buenos días Sr. Ud. dirá.
Cl-Vengo a por mis medicinas, (Entrega una receta en la que constan los medicamentos prescritos por el facultativo).
Fa-Cuales necesita.
Cl-Todas, las tres, hay dos que se acabarán hoy.
Fa- Ya veo, observa la receta, con cara de preocupación. (Está claro que las nuevas normativas no han sido hechas para facilitarles el trabajo).
Cl.- Intuyo que esto de la nuevas normas trae cola.
Fa- Si, la verdad es que si, cada atención es uno. ( Mientras intenta pasar un lector de códigos por la receta).
Cl- Que ocurre, no puede servirlo por las fechas, hay uno de los medicamentos que aún me queda algo.
Fa- No, no es eso, es que tengo que darle el genérico más barato del mercado, si no aunque lo tenga en otra marca, no puedo facilitárselo, la máquina lo deniega. ( Ahora los ordenadores, tienen voluntad y capacidad de decisión).
Cl- Vaya, debe de ser una cantidad importante.
Fa- Son 4 cts., voy a consultar. ( se va a la rebotica, y hace una llamada telefónica).
Fa2- Las nuevas normativas son un problema continuo, ( mientras recorta los cartoncillos de la caja, en las que están los datos para entregar a la SS.SS. y pegarlos con un celo a una hoja de papel, habilitada primorosamente  para dicha función, para eso la máquina no vale y se efectúa a la vieja usanza, o sea la del siglo pasado).
Fa- Ya está, dice con cara de triunfo de haber salvado un cliente de verse a las puertas de un desfallecimiento por falta de atención farmacéutica-sanitaria-
Cl- que bien, me lo podré llevar todo?
Fa- Si todo, mientras añade una caja a la bolsa, previo recorte y pegado del código de barras.
Cl- Abona el importe de los medicamentos, más una tasa de un euro por  medicina. (Comenta extrañado, porqué si están en una receta, ha de pagar por cada uno).
Fa- Eso está pensado para un medicamento por receta, como antes, aunque ahora los crónicos tienen una sola receta con los medicamentos.
Cl- Bueno, un poco lento y  laborioso, pero saldré con todo. (solamente lleva 1/2 hora en la farmacia).




Indiferencia

                                                          Foto obtenida de Internet



En un revuelo,  te vi, con toda tu decisión por tomar, sin dejarme explicar, con toda sinceridad, el motivo de mi ausencia.

Pudieron más las sombras del pasado que las luces actuales, y en mi desespero, tu negación oscurece mi pensamiento.

Ausente en el planteamiento, cualquier muestra afectiva, tira de la sinrazón para acorralar la respuesta, la motivación primera de tan preciado encuentro, perdido como arena fina entre las manos, en la playa del olvido.

Esa en la que no queremos desembarcar.

La ventana

Foto del autor





Como cada atardecer, desde hacía ya tres meses, al llegar a casa, subía las persianas y dejaba la ventana entornada, para que entrara todo el fresco y así airear la casa, para quitar el olor propio de estar cerrada durante todo el día.
Se daba una ducha, con el cabezal en posición masaje,  para recomponer el cuerpo, tras una dura jornada laboral, de esas  que le parecía interminable. 

Era su momento, el de plena dedicación a su cuerpo, ojeó por la puerta entreabierta, pero no vio la luz al otro lado del patio.
Normalmente a esas horas ya estaba en su casa, se sabía sus horarios de memoria, a última hora de la tarde se sentaba con una taza de humeante té,  dejada en reposo sobre el escritorio y abría el portátil.
Cuando hacía su aparición en su casa, subiendo la persiana y abriendo la ventana, lo tenía enfrente, veía su sombra tras las cortinas, que descorría un poco, de una forma como desmayada para poder ver su piso, bueno en realidad ver su persona.
Entonces iniciaba el ritual de ponerse crema hidratante por toda la piel, en la cual se apreciaba las marcas de las zonas no autorizadas para la vista en  una piscina, con una toalla anudada a la cabeza como toda vestimenta.
Le encantaba imaginar la excitación al otro lado de esa cortina , que se abría y cerraba en oleadas, le hacía sentirse bien, e insistir en la dedicación a su cuerpo, que sin desmerecer, consideraba escultural.
Pero esa noche no estaba su fiel espectador, con lo que dejo de hacer su función diaria, se quedo triste, sentada en un taburete, sin saber qué hacer.

Hasta qué se encendió una luz, en su oscuridad la sintió cegadora, miro hacía el frente, observando còmo eran las evoluciones de su "voyeur", no llevaba taza humeante en la mano, ni abría el portátil, ni se levantaba ensimismado para apreciar su figura.

Estaba haciendo ejercicios gimnásticos desnudo, sólo con una pequeña toalla por encima de los hombros, concentrado en sus ejercicios y ausente a su entorno.


Se fue acercando a la ventana, corrió las cortinas del todo, y se quedo mirando, mientras el albornoz que se había puesto durante su espera, le resbalaba por el cuerpo hasta abandonarla del todo, sin que a ella le importara mucho.


Así mostrada la vio y, al momento se adelantó para descorrer sus cortinas, ofreciéndose ambos, cómo sus deseos  sentían.

Cerezas




                                                           Imagen obtenida de Google




En una cena con amigos, se desarrollan conversaciones de lo más variopinto, desde interesarse por las familias respectivas, loar las acciones de los vástagos, actualizar la devastación fruto de la crisis, darle vara por ello al político de turno, meterse con la actuación económica gubernamental o especular sobre donde esconden el dinero los banqueros con chistera y puro.
Todo entrecruzado y amenizado por un toque de humor satírico, o sarcástico ante nuestra estimable clase dirigente.
Indudablemente las muestras del más común de los sentidos se imponen en nuestros juicios de valor, tanto desde el punto de vista empresarial, como legal o simplemente ciudadano.
No todas las cenas son iguales, y los comensales los mismos, ni los protagonistas coinciden en su ideología, formación académica, o estatus social.
Pero si en sinceridad a la hora de exponer sus juicios de valor sobre los diversos temas planteados, con algún toque de provocación, dispensado como acicate para elevar el tono de la discusión.
Tanto da el tema mostrado, ponemos pasión en la defensa des propio criterio, de nuestro equipo o deportista más celebrado, o poniendo nuestras filias y fobias en los periodistas con los que desayunamos.
Intercambiamos sensaciones ante el último libro leído, película vista, concierto escuchado y si, también  televisión soportada.
Pero lo mejor, es la sensación que queda, tras el corro de despedida y promesas de nuevos encuentros, con la menor demora posible.
Tras todo ello,  un plato de excelentes cerezas autóctonas, puede sintetizar el sabor que nos queda en la boca, como colofón  de un buen resumen, a una pequeña crónica ciudadana.
Tras todo ello,  un plato de excelentes cerezas autóctonas, puede sintetizar el sabor que nos queda en la boca, como colofón  de un buen resumen, a una pequeña crónica ciudadana.


ARLÉS

                                         Las arenas, (Arlés, Francia). Fotografía del autor.

Paseo mi mirada por las nobles piedras del circo, soporto el mismo sol abrasador, sacudo mis pies para desprender las mismas piedrecillas de mis sandalias. Imagino a un mando romano, antes de arengar a sus tropas.

Cómo los rudos hombres están preparados, expectantes ante lo que les tenga que decir su centurión, cada misión es un riesgo, ya lo saben, pero también una buena fuente de ingresos.

Le seguirán a donde él diga, tiene ganada su confianza, ahora hay que ir con Julio César y, ganarán la apuesta contra Pompeyo apoyado por la ciudad de Marsella.

El majestuoso río pasa manso a mis pies, respiro su humedad para refrescarme. No está para las cuitas de los hombres, sólo cuando se enfada, crece lo suficiente para llevarse un puente mal construido.

Regreso en el tiempo y me encuentro contemplando la plaza, espectacularmente retratada por Vincent van Gogh, con sus vistosas  flores cortejadas por las abejas, como bellas jóvenes intentando captar la admiración de los hombres con su colorida vestimenta.

El mismo sol, produciendo la misma luz, inundándolo todo con una claridad deslumbrante, realzando los colores, haciéndolos más vistosos, produciendo una emoción, que sólo el  gran pintor pudo plasmar.

Grupos de personas, se pasean por esa misma plaza, que hollaron sus pies, donde sus manos trasladaron a un lienzo memorable. Contemplando mil y un recuerdos de sus obras, hechos cómo chucherías para contentar a los salvajes, en su paseo bajo las arcadas.

Por las carreteras de la zona se agradece la sombra acogedora de los suntuosos plataneros que acariciados por la brisa se mueven despidiéndose de nosotros.



                    Foto del autor, placa conmemorativa  V. v. G.

Coccinellas

                                                                  Fotografía tomada de Google



Cada tarde, al declinar el sol en el horizonte, salían fuera, a pasear respirando todos los aromas que atesoraba la tierra y que la frescura de la hora hacía emanar con más intensidad.

Aquel día en concreto el sol desapareció antes, tras unas nubes, grises fuertes y cargadas, que amenazaban con tormenta, la cual se desató, justo cuando estaban llegando cerca del río, en su paseo diario en busca de algo fresco, cómo tras una larga jornada de trabajo.

Llueve, las gotas de agua fría, juegan con mi barba, enriqueciendo su volumen, antes de dejar sitio a sus compañeras que van llegando apresuradas.

Empapan mis ropas, y bajan con prontitud, hacia el suelo donde empujadas entre ellas, forman una corriente, deslizándose, empujando hojas, piedrecillas, insectos y ramas.

A medida que que crece su volumen, su fuerza es mayor, y puede empujar con más fuerza, desafiando lo que pueda impedir su avance.

Quieto, disfruto de las caricias del agua, que en el atardecer bochornoso, calma las primeras calores que anuncian la proximidad del verano.

Los observo en su andar por la tierra, antes polvorienta, luego lodazal y ahora caudal desbocado, que se los lleva por delante, agarrados a una hoja de plátano, cual balsa salvavidas.

Su destino es el río, a no ser que en su viaje tropiecen con una barrera de maleza y queden prendidos en ella como botones coloridos.

Los observo, en su avance hacia un destino previsible, sabiendo qué son solo unas motas de color, en un verde paisaje.

Sólo, en el bosque de mis pasos perdidos, con la espalda mojada, oigo risas de niños, contemplando el correr de agua, donde ponen sus cortezas, cómo barcas para hormigas, camino del mar.

Kobe

Tenía unas manos de oro, siempre se lo decían; ya sus compañeros del equipo de rugby abusaban de él en ese sentido, luego la fama pasó a las animadoras y hermanas de estos, qué aunque fue más divertido, también menos rentable.

Por eso considero normal dedicarse profesionalmente, tras hacer unos cursos previos para obtener una licencia profesional, qué técnicamente no necesitaba.

Cuando le dijeron que los mejores estaban en Japón, se lo tomó a broma, pero una vez confirmada dicha aseveración, se dirigió para allí.

Sus clientas eran tiernas y agradecidas, y le dejaban hacer con total parsimonia, no se estresaban por nada, al principio le pareció raro utilizar sake para los masajes, pero los orientales son muy suyos y había que utilizar su sistema.

Como lo de darles un buen trago de cerveza, entre masaje y masaje, después de sus paseos degustando algo de hierba fresca.

Con tantas sesiones, se encariñaba con ellas, y a la hora de despedirse, aunque solo hubieran intimado unos meses, le salía una lágrima por ellas.

Al final, tuvo que dejarlo, su sensibilidad estaba más acorde con las centroeuropeas veraneantes en la costa nacional, aunque más protestonas, no temía por su futuro, al menos le importaba poco.

15-M

Parece que fue ayer, y ya hace un año; como dice el tópico, el tiempo pasa qué es una barbaridad.
Vuelven a estar, cómo las golondrinas por primavera, los tenderetes en la plaza, ofreciendo en cada uno , diferentes ideas para mejorar el malogrado mundo, víctima de la crisis propiciada por una banca abonada al lucro fácil del ladrillazo especulativo, y una clase política que hizo oídos sordos al sentido común, puso la mano izquierda a recoger lo qué firmaba la derecha y los ojos en blanco, señal de pureza ideológica.
En principio, regresan con una limpieza en sus filas, de los alborotadores, buscavidas, vende patrias, okupas y demás gente, qué se involucra fácilmente en los movimientos ciudadanos que generan alta participación reinvindicativa.
El movimiento, fatal palabra para los que tenemos memoria selectiva, surgido a raíz de "Democracia Real Ya, donde se aglutinan los descontentos con la actual vida política tutelada por los partidos.
Agrupa varias plataformas, en su seno se acogen, los qué propician la dación de la vivienda en cancelación de la hipoteca, los stop desahucios, los que están en contra de la privatización de la sanidad, por una enseñanza de calidad pública y gratuita, por la tasa Tobin, en contra de la reforma laboral, etc.etc.etc.
Todo tipo de gente se da cita en la plaza, turistas despistados, estudiantes protestones, jubilados curiosos encantados de poder curiosear, desencantados de la acción política de los profesionales, votantes engañados por el bien del país, reivindicadores de un mundo más justo para todos, y gente corriente buscando la utopía.

Entre buenos amigos


J.P. Renoir (Almuerzo de los Remeros)

Una hilera de árboles a ambos lados de la carretera nos saludan, mecidos por el viento.

A nuestro paso, los caracoles siguen su camino por el margen, ajenos a nuestra llegada a la casa, qué se produce según el horario previsto.

El viento arrecia y  juguetea con la veleta, señalando el camino a las nubes.

Acogidos con cariño, comentamos las incidencias del viaje; no se han producido las previstas incidencias por las protestas ante el agravio comparativo en el tema de los peajes.

Decidimos donde ir a comer, en la amplia variedad de lugares, que se hallan  entre las poblaciones aledañas a poca distancia de la residencia.

Mientras, nos comunicamos con los que faltan, para decirles a donde tienen que dirigirse.

Reencontrados todos en el lugar acordado, constatamos el tiempo que hace que no nos habíamos visto juntos, empezando a ponernos al día de las últimas actividades familiares acontecidas.

Sentados en la mesa, hablando de anécdotas personales y familiares, compartiendo opiniones sobre el acontecer diario, recordándose actuaciones anteriores, comparándolas con las actuales, transcurre una comida en charla ininterrumpida.

En el camino de regreso, serpenteando entre campos de cultivo, observo como la tonalidad verde a madurado, y las amapolas invaden los arcenes.

Una vez regresados y fuera del coche, mientras estiramos las piernas por el jardín, nos reclaman la atención para ver la atareada actividad de las abejas en unos setos llenos a rebosar de unas minúsculas florecillas rojas.

Obsesionadas en su afán recolector, ignoran nuestra presencia, lo cual les agradecemos cordialmente, mirando de no molestarlas.

Sentados en un circulo improvisado, en un rincón del jardín, donde aún luce el sol, aprovechando el calor de los últimos rayos, seguimos las conversaciones interrumpidas, de la sobremesa.

Una hilera de hormigas, en formación de búsqueda y transporte, cruza entre el terrazo del suelo, sin prestar atención a nuestras palabras.

Nos entretenemos con las diversas ocurrencias, puestas por nuestras bocas, que nuestra apariencia de responsabilidad, haría impropias, pero muy divertidas.

Los caracoles siguen con su lento desplazamiento, las hormigas están atareadas, una araña dormita en una esquina de su tela, las abejas se entorpecen en su ir y venir entre las florecillas.

Nosotros reímos.

PASEO

                                                    Foto del autor





Tras el encuentro en el lugar acordado, darse el abrazo y los besos de bienvenida, echarse mutuamente piropos por el estado de salud mostrado en sus caras.

Intercambian opiniones por donde deben dirigir sus pasos, optando por lo más obvio, descender por el gran paseo, una de las avenidas más señoriales de la ciudad, en la cual están todas las marcas que quieren ser algo en el ideario consumista, ya sea el elitista como el populista, conviven en plena armonía sin molestarse.

Iniciado el trayecto, empieza una charla en la que se ponen al día sobre las últimas noticias de sus vidas respectivas, aderezado por anotaciones sobre sus diferentes experiencias relacionadas  con el tradicional Paseo.

Los locales amplios y lujosos, anteriormente ocupados por entidades bancarias y centros corporativos de las principales empresas del país, han dado paso a centros de moda, instalaciones de cadenas gastronómicas, tiendas de lujo y joyerías no menos exclusivas, visitadas por turistas sin presupuesto cerrado.

Su charla no decae en ningún momento, y en situaciones de punto muerto sacan a relucir algún trapicheo del político de turno, para reanudar sin problemas hasta iniciar un nuevo tema.
La avenida está en pleno apogeo, es difícil caminar en ella, estamos en fecha de puente laboral, y los conservan su puesto de trabajo bien remunerado, circulan por las tiendas viendo lo último para ponerse en la temporada estival qué se avecina.

A medida que descendemos, el tránsito humano se va espesando, vemos las largas colas para entrar en edificios emblemáticos, que son enseñados cómo obras de arte en sí mismos. Sin la vida interior para la que fueron construidos.

En ocasiones nos vemos separados por el gentío en sentido ascendente, para las autoridades municipales, en una muestra del éxito turístico, del reclamo bien hecho por ellos atrayendo público. Para los centros comerciales un problema de control ante tanta avalancha que solo suele mirar y toquetear las mercancías.

Los bares y restaurantes, perdieron su inicial actividad, para reconvertirse en centros de acogida para descanso de masas con derecho a consumición, sin preguntar por su composición y menos por el precio.

Entramos en alguna tienda, para lo cual solo has de dejarte llevar, y tras observar, comparar y cotejar, salimos con alguna adquisición.

Ya con bolsas, nos sentimos más copartícipes de la energía que envuelve a los paseantes, parece que nos incorporamos a la corriente humana con más derechos.

Esta se incrementa por momentos hasta llegar a la gran plaza, centro grácil de la urbe, donde gracias a su amplitud te permite un respiro vital.

Otros centros comerciales nos acogen para intentar exprimir nuestro deseo de realización personal, uno de ellos con la coartada cultural, música, películas, ordenadores, tabletas, incluso libros.

Con uno bajo el brazo nos incorporamos al río humano que desciende por la rambla, esquivando trileros, estatuas humanas, puestos de avituallamiento rápido y un sinfín de obstáculos para el paseo sereno y tranquilo.

Llegamos a una de las antiguas calles comerciales que nos lleva al centro de decisiones, tanto de la ciudad cómo del país.

En uno de sus locales, nos aprovisionamos de unas galletas excelentes, hechas al estilo tradicional del norte del país vecino, de mantequilla y con rellenos de fruta o chocolate, estupendas para la dieta.

Cuando llegamos a la plaza, donde están las oficinas del tramado administrativo del municipio, nos embelesamos con la extraordinaria escultura, puesta por el excelentísimo ayuntamiento, para disfrute de nuestros ojos, achicados por tanta magnificencia, en recuerdo de una tradición secular, de subirse unos encima de otros para llegar al balcón de las autoridades.

Pasamos de la plaza chica a la más noble, centro político de la nación sin estado, estado sin nación, donde sorteando los grupos de aficionados al abucheo, en espera del político destacado del día, para reírle las gracias.

En una de sus esquinas, superando el paso del tiempo, con la dignidad del trabajo bien hecho, nos espera un tradicional local, cuyos bocadillos, han hecho las delicias de miles de ciudadanos anónimos.

Acabado el trayecto, retornamos a la parte anónima de la ciudad, cogiendo un autobús que nos traslade, cansados y satisfechos, hacia las faldas de la montaña que delimitan la gran urbe.

REENCUENTRO


Foto de A.C.P. 

Sting - Shape of my heart 


Reencuentro

Los años, la vida, como se dice, nos habían distanciado; de ser una persona fundamental, en el día a día de mi existencia, a no ser nada más qué un grato recuerdo lejano, de muchas acciones en el devenir de la vida adolescente a la adulta.

Gracias a estas acciones, seguía presente en la particular memoria histórica, la que se hace de momentos breves, cargados de contenido emocional.

En un mundo donde se impone el ritmo de vida rápido, la inmediatez de las soluciones al instante, de enfrentamiento diario a un trabajo donde prima el tiempo sobre el resultado; los recuerdos son dejados de lado para seguir con lo que tienes, sin recuperar lo perdido.

Sin saber bien por qué, un paso diferente, trunca un camino compartido, desviándonos en nuestro avance por senderos divergentes, sin coincidir en nuestra aventura personal.

Por ello, en tiempo de vida reflexiva, de actividad pausada, de mirada a los recuerdos, de la necesidad de fijar nuestros puntos de referencia; nos llevan a mirar, con curiosidad, en las llamadas redes sociales.

Donde extraemos, con sumo cuidado, aquel archivo de nuestra memoria personal sin actualizar, aquella amistad recurrente que nos anima a recuperar tiempos pasados.

Tras el descubrimiento; la sorpresa, el intercambio, la constatación del largo tiempo transcurrido sin ningún punto de acción común, la necesidad del intercambio de noticias personalmente, sin la frialdad del teclado.

Al fin el reencuentro, de dos muchachos a directamente dos mayores, con gran parte de las acciones vitales ya hechas.

La puesta al día, de situaciones familiares, de trabajos realizados, amistades tenidas, conocimientos adquiridos, desengaños vitales, desencuentros espirituales, desafíos personales enfrentados, superados o no, aficiones perseguidas, lecturas satisfechas, desencantos ante la vida política, en fin el sentirse integrantes de un compendio de cosas comunes a una generación.

La entrevista, reafirma a sensación de un paréntesis, los años transcurridos separados, no impiden continuar la amistad en los siguientes.





Rosa

 





La veo, admiro y deseo, reluce impresionando mis ojos con su belleza.

Es tanta que quiero guardarla para mi, llevármela y tenerla conmigo.

Para poder verla siempre que quiera.

Pero fuera de su  planta, de su tierra, se marchitara y lucirá poco tiempo.

Puedo prolongar su estado lozano, poniéndola en un jarro de agua bien fresca, aunque morirá.

Más lentamente, pero morirá, ofreciéndome su belleza en sacrificio, añorando las abejas que la visitaban .

Si la dejo en su sitio, el viento se llevara sus pétalos, desnudando su hermosura, y se secara al sol.

Si la cubro para  protegerlas, perderá los besos del rocío y el calor del sol, quedará triste y apagada. 

Sin la compañía de sus amigas, su belleza será en vano, se perderá.

Tengo que dejarla donde está, en su naturaleza, para admiración de los paseantes, mientras esté entre nosotros, ofreciendo su belleza, estará viva.

Ascensor

                                                                        Imagen de Internet


Servicio de emergencia, ¡dígame!

¡Hola! ¡Soy yo!

¡Buenos días! Explíquenos cual es el problema.

¡Buenos días! Estoy sólo.

Perdón Sr. indiquenos que le ocurre.

Se lo estoy diciendo, estoy solo.

Bien Sr. pero que le sucede.

No tengo con quien hablar. ¡Estoy solo!

Sr. esto es un servicio de urgencias para atender una emergencia en el ascensor.  Si no le ocurre nada ni a Ud. ni al aparato, deje la línea libre. ¡Gracias!

Pero Ud. no lo entiende estoy solo, no hay nadie en el edificio, no puedo hablar con nadie.

Señor por favor, explíquenos el problema o retírese. ¡Gracias!

Se lo estoy explicando, este edificio se ha convertido todo en oficinas, el personal siempre me ignoran, pero a veces alguien me saluda, pero los festivos no, estoy solo.

Sr. esto no es el teléfono de la esperanza, cuelgue por favor.

No, yo no conozco ninguna Esperanza, me da igual hablar con Ud. ¡Entiéndalo! Llevo toda la Semana Santa solo.



Viernes/trece

Foto del Autor



No soy nada supersticioso, no me fijo para nada en el calendario, y me da igual la fecha o el día de la semana, actuó sin tenerlo en cuenta, la verdad es que no me fijo.


Me entero por las típicas bromitas en plan adolescente, que se hacen en el trabajo. Lo de mañana ¡ojo!, que es viernes y trece, cuidado con los correos, mirar tras las puertas, y cosas así.

Cuando salí esta mañana de casa, me encontré con la mujer que limpia la escalera, me puso mala cara por qué pisé lo qué estaba fregado, todavía estaba mojado y no quise esperar,  no me gustó su actitud  reprobatoria .

La deje junto con el cubo y la fregona en el cuarto que hay debajo del ascensor, donde están los contadores, se revolvió un poco, pero fue presa fácil, y os aseguro que le quite su cara de recriminación.

Eso me entretuvo, y no cogí el autobús habitual, me fastidia un poco cambiar de costumbres, pero hoy estaba justificado.

El conductor, en realidad no era tal, si no una mujer, con el pelo oxigenado, masticando un chicle con la boca abierta, iba escuchando una radio puesta a todo trapo, cómo si a los demás pasajeros nos importasen los chismorreos que estaba escuchando, encima pegó un par de frenazos, por no estar atenta al tráfico matutino.

Cuando llegamos al final del trayecto, en el polígono, tienen una pequeña garita con un baño, la deje ahí, con su ridículo pañuelo lila metido en la boca, junto con el chicle.

Fui a trabajar eufórico, me sentía como más ligero, le dedique una de mis mejores sonrisas a la recepcionista, la que tiene un lunar a la izquierda.

Por lo demás, fue un día de lo más normal, el ordenador funcionó perfectamente, y estuve en contacto con una empresa alemana para concretar las condiciones de una entrega.

Son gente seria y es fácil negociar con ellos, en fin que lo de viernes y trece, es una tontería, para los que no tienen de qué hablar.

LEÑADOR




La firma en blanco  (1965), de René Magritte


Hacía años que el bosque se le había hecho pequeño, tanto talar, tanto talar, lo logró.

Luego su distracción fue asustar a las paseantes con caperuza, cuyas abuelas no las aguantaban, todo el día acosándolas con sus preguntas, y las mandaban a la caza del lobo.

Aunque el ya había hecho también de las suyas al respecto, mejor no entrar en detalles escabrosos.

Pero las nuevas senderistas no se atemorizaban por nada y reían con voz estridente ante cualquier novedad que se les presentara.

Se quedaban a ver y preguntar como le iba por el bosque enano, y él se escondía detrás de un bonsái, con la cabeza metida en su camisa a cuadros para no ver.

Ahora era él, el asustado.

El PUNTO


Foto del autor

Era un tipo muy metódico, puntilloso, no empezaba un libro hasta no haber acabado el que tenía entre manos.

Por eso lo llevaba a todas partes, hojeándolo en los trayectos en bus y en las comidas; le gustaba comer solo, los compañeros de trabajo con su cháchara inconsistente, le ponían malo. 

Él y su libro eran inseparables, le hacían bromas al respecto, pero no le importaba, incluso se sentía superior, no sabía en qué, pero superior. 

Le regalaron un punto, una de esas cartulinas decoradas como recuerdo de un viaje. 

A partir de entonces, dejó de doblar la esquina de la hoja en la que se quedaba. Lo malo para él, es que no había marcas de lo que había ido leyendo los días anteriores. 

Claro que era mejor no dejar señales, a veces eran libros prestados y quedaba feo. 

Es que era muy despistado y encima le costaba recordar lo anteriormente leído. 

Cuando llegaba a casa, lo depositaba en el mueble de la entrada junto a las llaves y el teléfono, cosas importantes que no podía olvidarse. 

Por ello, al ir a salir y encontrarse el punto en el suelo, le entró pánico, un cierto temblor en la mano le hizo que se le volviera a caer al recogerlo. 

Tendría que volver a empezar el libro, y era nada menos que el Ulises de Joyce, versión comentada, por un prestigioso filólogo inglés y, traducida por un importante intelectual, de esos que se exiliaron y, se repartieron por todas las universidades del mundo civilizado.

Cogió el libro, el punto, las llaves y el teléfono y salió como en trance, se quedó un rato delante del ascensor, que ya estaba en la planta, se lo quitaron, tuvo que volver a llamarlo. 

En el autobús, no saludo al entrar y, se quedó quieto totalmente rígido cogido a una barra, le daba miedo sentarse y tener que empezar el libro otra vez.  

 ¡Desde el principio!